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Año nuevo, él acaba con el amor y yo bajo esta luz helada. Estrellas de neón en un cielo de zona industrial. Ni la naturaleza me salva, apenas me distrae. Cada tanto desenchufo el cartel de alguna de tus frases y los insectos se alejan. Recuerdos de una noche arábica, el firmamento artificial que nos cobijó. La máquina de hacer olas. Interno Hospital del Quemado. Un animalito de luz tan tierno proyectábamos en el techo de la habitación, te hubieras muerto.
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BAJO LOS TRES TUBOS.
Es difícil ver todo desde acá
ver todo lo que al otro lado pasa.
No puedo asegurar si hubo penal,
si fue mano del defensa rival o no,
si hubo fuera de juego
o si a nuestro delantero
le mandaron un cariñoso saludo a su mamá.
Por acá el trabajo es otro,
lejos de donde viven los goleadores;
con una vista privilegiada del panorama general del juego,
con un cariño especial a esos tres tubos,
que son todo lo que tengo
y todo lo que tengo que cuidar durante 90 minutos.
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DEBO ELEGIR LA RABIA
Debo elegir la rabia,
la furia, el llanto y el grito y la herida y otra vez la rabia.
Veo que corre mi sangre, que no es mi sangre,
y siento que aquí nadie puede ser feliz.
Ser feliz es una maldición.
Hay que vivir como si nada importara,
golpeándose el pecho; elegir la rabia,
tomar un poco de ron, y pensar que nada importa.
Elegir el fuego, el insulto, la voz irritada,
la queja, la mano empuñada, la casa vacía, la soledad, la mesa sola.
Vuelvo a elegir la rabia,
y pienso en toda la mierda que debo decir.
Esta noche será húmeda hasta los ojos,
y no por la lluvia de este invierno inconcluso.
Pienso en el invierno,
en las hojas cayendo de los árboles,
en el moho de las paredes, en el aullido de un gato, y me da rabia.
Vuelvo a elegir la rabia porque todo es una terrible porquería.
Nadie se ama, nadie se toma de la mano,
nadie se besa. El amor no es cierto.
Elijo la rabia para detener el tedio
de esta casa sin vida.
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